China consigue una fuente de energía virtualmente infinita, limpia y segura.
Por primera vez en la historia, científicos chinos afirman haber convertido torio en uranio dentro de un reactor experimental de sal. Un avance que les acerca a una fuente de energía limpia, segura y prácticamente ilimitada.
Jesús Díaz, 04/11/2025 - 17:27
Si lo que afirman es cierto, China ha dado un paso decisivo en su carrera para conseguir energía virtualmente infinita, segura y limpia: científicos e ingenieros chinos afirman haber convertido torio en uranio dentro de su reactor de sal. Un logro que parece de ciencia ficción o un cuento de la piedra filosofal, pero que es física pura aunque no se haya conseguido hasta ahora. [...] Para entender lo que China ha conseguido, hay que imaginar una transmutación a nivel atómico. El torio, un metal plateado abundante en la corteza terrestre, es un elemento 'fértil', pero no fisible. No puede iniciar una reacción en cadena por sí mismo, de la misma forma que un leño húmedo no arde con una sola cerilla. Lo que los científicos chinos han hecho es 'cocinar' ese torio bombardeándolo con neutrones. Al absorber neutrones, el torio-232 se transmuta en uranio-233, que sí es fisible y puede sostener una reacción nuclear para generar calor. En esencia, han convertido un material abundante en combustible nuclear. Sólo uno de los depósitos de torio en China tiene suficiente material para 1.000 años de producción energética. El diseño del reactor es distinto al de las centrales nucleares convencionales. En lugar de utilizar barras de combustible sólido de uranio, el reactor chino disuelve el torio en una sal de fluoruro líquida. Este cóctel de sal y combustible fluye a través del núcleo, donde se produce la fisión. El calor generado se transfiere a otro circuito de sal (sin combustible), que a su vez calienta agua y genera vapor para mover una turbina y generar electricidad. Este diseño líquido permite que el combustible se queme de forma más completa, aprovechando más del 99% de su potencial energético, frente a menos del 5% en los reactores tradicionales. Una ventaja clave de esta tecnología es su seguridad intrínseca. Los reactores de agua presurizada operan a presiones 150 veces superiores a la atmosférica. Un fallo en esa contención puede provocar una explosión, como ocurrió en Chernóbil. El reactor de sal fundida, en cambio, opera a presión atmosférica. No hay riesgo de una explosión por sobrepresión.
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